Historia y presente de los desafíos sociales y los avances biotecnológicos frente al VIH
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Manuscrito elaborado en el marco del Día Mundial de la Lucha contra el SIDA | 1 de diciembre
Redactado por César Salvador Cardona Félix
Cuando el VIH irrumpió en la esfera pública a principios de la década de 1980, la sociedad no estaba preparada para enfrentar ni el virus ni la ola de temor que se extendió en paralelo. La respuesta inicial estuvo marcada por el silencio, la confusión y, sobre todo, la discriminación. Personas homosexuales, usuarias de drogas inyectables y trabajadoras sexuales, fueron señaladas como culpables de una enfermedad que apenas comenzaba a comprenderse y que, sin embargo, ya estaba rodeada de estigma.
A más de cuatro décadas del inicio de la epidemia, el 1 de diciembre —Día Mundial de la Lucha contra el Sida— nos recuerda que el VIH no solo ha sido un desafío biomédico, sino también social y político. Es un recordatorio anual de que la ciencia avanza, pero la discriminación persiste, y que la biotecnología puede transformar realidades únicamente si va acompañada de políticas públicas, educación y acceso equitativo a los servicios de salud.
Un recorrido histórico entre prejuicios y ciencia
En los primeros años, los medios describían al VIH como un fenómeno aislado, asociado de forma errónea a grupos específicos. Gobiernos enteros reaccionaron tarde y, en algunos casos, impulsaron leyes que aumentaron el estigma. Esa narrativa tuvo consecuencias profundas: miles de personas evitaban acudir a servicios médicos por miedo a ser discriminadas o violentadas.
Fue gracias al trabajo de activistas, comunidades afectadas, profesionales de la salud y científicos que comenzaron a consolidarse estrategias de atención más humanas y programas de investigación más robustos. Desde la creación de los primeros antirretrovirales hasta el desarrollo de campañas globales de prevención, la participación comunitaria ha sido central para transformar la lucha contra el VIH en un movimiento por los derechos humanos.
Actualmente, organismos internacionales estiman que casi 40 millones de personas viven con VIH en el mundo, y aunque las muertes relacionadas han disminuido de forma considerable, cada año siguen registrándose cientos de miles de nuevas infecciones [1,2]. Los avances científicos son innegables, pero la desigualdad sigue determinando quién vive y quién muere.
Discriminación: una epidemia que aún no termina
Una de las lecciones más duras que ha dejado el VIH es que la ciencia puede progresar, pero la cultura y las instituciones no siempre avanzan al mismo ritmo. En la actualidad, miles de personas con VIH continúan enfrentando barreras sociales: despidos injustificados, negación de servicios, rechazo familiar y miedo constante a revelar su diagnóstico.
Encuestas recientes muestran que en muchos países en desarrollo una proporción importante de la población continúa expresando actitudes discriminatorias hacia las personas que viven con VIH [3]. Esta estigmatización se entrelaza con desigualdades de género, pobreza, homofobia, falta de acceso a información y políticas punitivas que criminalizan comportamientos o identidades.
Estas dinámicas afectan la prevención: cuando una persona teme ser juzgada, difícilmente buscará una prueba de detección o un tratamiento oportuno. La discriminación, por lo tanto, es también un factor de riesgo.
Biotecnología en pro de tratamientos modernos y accesibles
El desarrollo de la terapia antirretroviral de gran actividad cambió la trayectoria del VIH. Pasó de ser una infección mortal a una enfermedad crónica tratable. En años recientes, la biotecnología ha permitido avances que van más allá de la eficacia biológica y responden también a necesidades sociales.
Entre los avances más relevantes se encuentran:
- Terapias de una sola dosis diaria, más sencillas de administrar.
- Antirretrovirales inyectables de acción prolongada, que se aplican cada uno o dos meses y pueden beneficiar especialmente a personas que enfrentan estigma en su entorno familiar o laboral.
- Formulaciones mejor toleradas, con menos efectos secundarios y mayor adherencia.
Investigaciones recientes demuestran que estas opciones no solo mejoran la salud física, sino que reducen la ansiedad asociada al tratamiento, al disminuir la visibilidad del medicamento y el riesgo de sufrir discriminación en casa o en la comunidad [4].
Prevenir también es un acto de biotecnología
La profilaxis preexposición (PrEP) es, quizá, la innovación biotecnológica más revolucionaria en prevención del VIH desde la aparición del condón. Consiste en un medicamento que reduce de forma drástica el riesgo de adquirir el virus cuando se toma con la frecuencia indicada.
Durante los últimos años se han desarrollado distintos modelos de PrEP:
- Esquemas diarios clásicos.
- Esquemas intermitentes para personas que no desean una toma continua.
- PrEP inyectable de larga duración, una alternativa especialmente relevante para poblaciones que enfrentan violencia o vigilancia.
- Implantes subcutáneos, diseñados para liberar el fármaco durante meses.
La evidencia es contundente: la PrEP funciona. Sin embargo, su implementación depende de que exista un ambiente donde las personas puedan solicitarla sin ser juzgadas [5].
Diagnóstico oportuno y la puerta de entrada al tratamiento
La biotecnología también ha transformado los diagnósticos. Hoy existen:
- Pruebas rápidas que ofrecen resultados en menos de 20 minutos.
- Auto-pruebas, que permiten a una persona conocer su estado serológico en casa.
- Pruebas ultrasensibles de carga viral, fundamentales para evaluar la eficacia del tratamiento y para implementar estrategias como “Indetectable = Intransmisible”.
Las auto-pruebas son especialmente valiosas en entornos donde la discriminación dificulta acudir a centros de salud. Estas herramientas deben acompañarse de líneas de apoyo, información clara y mecanismos fáciles para confirmar diagnósticos y vincular al tratamiento [6].
Ciencia y derechos humanos
El Día Mundial de la Lucha contra el SIDA nos recuerda que los avances biomédicos deben ir acompañados de políticas y marcos sociales que protejan a quienes viven con VIH.
Los informes internacionales indican que en donde se respetan los derechos humanos, la prevalencia del VIH y las muertes por su causa disminuyen de forma significativa. Donde hay criminalización y discriminación, el virus se expande.
La biotecnología nos ha dado herramientas poderosas. Pero su impacto real depende de la voluntad de las sociedades para romper prejuicios y garantizar acceso digno a diagnóstico, prevención y tratamiento.
Referencias recientes
1. UNAIDS. Global AIDS Update 2023: The path that ends AIDS. 2023.
2. UNAIDS. People living with HIV – Global AIDS Update 2024. 2024.
3. Workneh, B. S., Zegeye, A. F., Tamir, T. T., Ali, M. S., Ayenew, T., & Mekonen, E. G. (2024). Individual and community level factors associated with discriminatory attitudes against people living with HIV/AIDS among women of reproductive age in three sub-Saharan African countries: evidence from the most recent demographic and health survey (2021/22). BMC Public Health, 24(1), 1503.
4. Menéndez-Arias, L., & Delgado, R. (2022). Update and latest advances in antiretroviral therapy. Trends in pharmacological sciences, 43(1), 16-29.
5. Haberer, J. E., Mujugira, A., & Mayer, K. H. (2023). The future of HIV pre-exposure prophylaxis adherence: reducing barriers and increasing opportunities. The Lancet HIV, 10(6), e404-e411.
6. Bacon, A., Wang, W., Lee, H., Umrao, S., Sinawang, P. D., Akin, D., ... & Cunningham, B. T. (2023). Review of HIV self testing technologies and promising approaches for the next generation. Biosensors, 13(2), 298.
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