¿Podemos hacer cosas con palabras?
- Biophylia et al
- 23 jul
- 4 Min. de lectura

Erick Alfonso Galán Castro
Investigador SECIHTI-Universidad Veracruzana
Fotografía: Enrique Álvarez Bautista
Facultad de Artes Plásticas, Universidad Veracruzana
¿Te has dado cuenta que, así como tú mismo puedes hacer cosas como correr, hablar, empujar objetos pesados, también puedes hacer cosas con tus propias palabras?
Tal vez te suene extraño, pero te propongo un par de ejemplos: imagina que estás jugando con tus amigas o amigos en un parque. De repente alguna/o de ellas/os comienza a molestarte, haciendo algo que a ti no te agrada: haciéndote cosquillas, o poniéndote un apodo feo. De repente, tú, muy molesta/o, tomas fuerzas y dices firmemente: ¡Ya deja de molestarme! Entonces, esa amistad tuya se queda callada y sin habla, y deja de hacer lo que te estaba haciendo enojar.
En las humanidades y las ciencias sociales, esta particularidad de nuestro comportamiento en común ha sido interpretada de múltiples formas por algunos de nuestros más importantes pensadores.
Max Weber, un sociólogo alemán que vivió a principios del siglo XX, pudo observar en sus tiempos que la gente realizaba acciones no solo para garantizarse beneficios para sí mismos y por sus propios esfuerzos, sino que también lo hacían relacionándose con otras personas. Ya sea a partir de actos físicos como la violencia (golpear a otros para forzarlos a hacer lo que quieren, como la policía que detiene a sospechosos de cometer un crimen), o mediante palabras. Un ejemplo de ello es cuando personas de algunas comunidades religiosas como los calvinistas decían que los elegidos de Dios debían mostrar que realmente lo eran, acumulando ganancias económicas y prosperidad en la tierra, lo cual motivaba a las personas de esas comunidades a esforzarse para mostrar que realmente merecían estar con Dios en su Reino.
Cuando otros pensadores de su tiempo consideraban que esas acciones solo correspondían ser estudiadas desde la psicología como formas de manipulación, Weber decía que en realidad correspondían a fenómenos más complejos, porque su influencia afectaba no solo a un individuo frente a otro, sino a todo un gran número de personas, y era tan importante en nuestra vida en común, que eso generaba consecuencias en la economía y en las acciones políticas. Es por ello que, para Weber, hacer cosas con palabras es una forma de poder y de acción social, en tanto que se orientan por la acción de otras personas, y buscan tener influencia sobre la voluntad de dichas personas.
Hasta aquí, todo parece interesante, pero ¿Qué pensarías si te dijera que hacer cosas con palabras es muy parecido a ser actores de teatro? Había una vez un antropólogo inglés que se llamaba Víctor Turner, dedicado a observar las costumbres y tradiciones de pueblos africanos. Un día se dio cuenta de algo increíble: notó que, cuando la gente de un pueblo llamado Ndembu tenía problemas entre ellos, no solamente hablaban de aquello que les incomodaba, ¡Sino que hacían una obra de teatro para solucionarlo! Es como si tuvieras un problema con un compañero del salón, y la maestra o el maestro les dijera que tienen que hacer un juego en el que muestran lo que les incomodó, lo hablan, y finalmente todos celebran que se haya arreglado lo que les incomodaba. A esto, Turner le llamaba drama social. Luego, otro sociólogo estadounidense, Jeffrey Alexander, encontró que esa misma forma teatral de tratar conflictos, donde las palabras hacen cosas, es la base de muchas manifestaciones políticas y sociales en todo el mundo, a lo que le llamó performance cultural.
¿Y qué importancia tiene para la vida social esa capacidad que tenemos de hacer cosas con palabras? Pues es a partir de nuestras acciones con palabras que podemos convencer a otras personas de que los problemas de nuestro entorno deben ser atendidos por la comunidad o por las autoridades. ¡Y también nos ayuda a defender nuestros derechos!
Ejemplo de ello es lo que explico en un reciente trabajo que realicé. Las personas que buscan a familiares desaparecidos en nuestro país no solo se dedican a buscarlos dignamente, con palas y picos, en lugares peligrosos y hasta inhóspitos, sino que también hacen cosas con palabras, al protestar públicamente frente a autoridades de gobierno, exigiendo pronta justicia e investigaciones que den como resultado haber encontrado a esos familiares que hoy no están con ellas/os. Toman calles, crean tejidos que representan la sangre derramada durante este periodo de violencia criminal, y expresan el dolor que padecen por la ausencia de sus seres queridos con frases como “Ahora, ahora, se hace indispensable, presentación con vida y castigo a los culpables”, o “Únete, únete, que tu hijo puede ser”.
De esta manera, como puedes ver, hacer cosas con nuestras palabras es un fenómeno muy relevante en nuestra vida social. Es una forma con la cual podemos generar cambios en nuestras condiciones de vida, convencer a otras personas de la necesidad de levantar la voz por problemas que no solo son tuyos, sino de todas y todos. Y podemos hacerlo no solamente realizando actos físicos o materiales, sino también con lo que decimos y a lo que le damos sentido.
Si quieres leer más sobre esta capacidad de hacer cosas con palabras, te invito a leer junto con tu mamá o papá mi más reciente publicación, que te comparto en la siguiente liga:














¿Y si las palabras no son suficientes? ¿Qué hacemos?